13 Mar
13Mar

Las mareas “marvelitas” parecen haberse apaciguado después de un tiempo de fuertes tormentas. El estreno de la primera película protagonizada por una superheroína en el universo Marvel invitaba, como todas las demás, al entusiasmo exacerbado y colectivo, el encendido de la llama a un nuevo año de vivencias y esperados sobresaltos, con el estreno ya casi a la vuelta de la esquina de “Endgame”. Y desde hace un mes todo ha resultado en un bomba de relojería para los propios directivos (para los insaciables twitteros amantes del conflicto, una oportunidad idónea a soltar su respectivo improperio) provocado de una forma involuntaria y a la vez concienciada por parte de la persona menos indicada, su protagonista Brie Larson, la cual ha visto reducido su prestigio a cenizas como la de sus compañeros vengadores desde qué ganó su Oscar en 2016 por “La Habitación” en unas pocas semanas. Y aunque suene mentira, estas prolongadas amenazas de muerte y las ansias de algunos de construir un evento cinematográfico en un panfleto feminista han resultado a unir sus líneas paralelas en una intersección rasgada qué viene siendo habitual: un completo éxito en taquilla qué no ha contentado a todos


Desconozco el pensamiento de los dirigentes en estos momentos, pero este conservadurismo económico ya arrastrado por varias películas anteriores empieza a desgastar a la planta noble fanática. Exceptuando la obra mastodóntica qué fue “Infinity War”, el año pasado se llenaron con dos películas sobradas del calendario; una carta de amor al pueblo africano en colaboración con UNICEF más destacada por su politiqueo manipulador qué por su rasa emoción, y un acompañamiento de consumo rápido a un tarde calurosa de verano de parte de dos carismáticos insectos. Este aura de conformismo por lo sencillamente convencional e impregnado por un continuado aumento de lo “politicamente correcto”siempre teniendo presente el “sello cómico” qué anhela hasta en los momentos de necesaria pausa y dramatismo, suena a seguir durante largas temporadas y nadie parece quitar el freno de mano. 


Aunque “Capitana Marvel” muestra cierta lucidez en varios momentos puntuales y sobre todo en su arranque cuya trama estaba resultando aparentemente compleja, empieza a caer sin querer en las lecciones básicas de lo exigido, con un montaje casi venido de alumnos de primer año y situaciones forzadas e inverosímiles llevado por una falta de orden en la sala de máquinas (el guión). Cierto es qué ironicamente la ilusión del espectador veterano se simplificaba a la conexión en la escena post-créditos con “ese” esperado cierre final, últimamente se reclama una valentía más allá de una película de “media-tabla”, siempre entretenida y de un divertimento absoluto qué se entiende como un factor inherente en un “blockbuster” nacido de Marvel. Es como si le pidieras a un atleta qué corriera en una carrera cuando puede pelear por ganarla. 

“Irregular pero poderosa, frase qué puede servir como calificativo por termino medio a las peliculas Marvel, y qué tras largos años de éxito y experiencias, todavía sigo sin achacar la regla intrínseca de la compañia: el humor como acompañamiento estrella ya no solo al desarrollo de la historia, sino también a la conclusión narrativa de la misma. Pero también es esa, poderosa garra inexplicable qué hace qué pase las horas más apasionantes”

  

LO QUE MÁS ME GUSTA: Sus insinuadas referencias a la olvidada década noventera

LO QUE MENOS ME GUSTA: Que utilicen a un gato como instrumento fácil de carcajada

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