21 Jun
21Jun

“Domina las reglas, luego rómpelas”. Este fantástica frase dicha por Alex Rich en uno de los episodios puede definir el estilo artístico de uno de los más grandes artistas de la historia, una idea que rompía con todo lo establecido, una forma artística compleja y que a día de hoy cuesta mirar más allá de sus figuras geométricas. Detrás de esa mente visionaria hay un motivo, bueno diría varios motivos, y eso es lo que parecía obsesionar a la productora National Geografic, mostrar la vida turbulenta y mujeriega de este artista malagueño.

Mas allá de su morbosidad por enseñar a un total de 8 mujeres en sus 10 capítulos, no se preocupa por adentrarnos en su complejo arte que, es verdad que todas esas mujeres tuvieran mucho que ver, da la sensación de ser simplemente retratos de su vida amorosa, y hay algo más allá: su alocada estancia en las callejuelas de París, el contexto histórico español fascista, las engañosas apariencias a las que hacía referencia, la crueldad de la realidad. Muchos ya señalaban la excesiva importancia que se le daba en la primera temporada a la vida personal de Albert Einstein, cuando lo que realmente importaba era que había detrás de sus cálculos y números. De nuevo vuelven a cometer el error, los entresijos amorosos por encima de la invención, desenmascarar su arte para montar un circo de divas apasionadas.

De esto queda mermado todo el esfuerzo actoral de Antonio Banderas, relegado a lidiar simplemente a separar a su club de amores una de la otra, en la última etapa de su vida. Por ello, todas nuestras esperanzas quedan para Alex Rich, toda una revelación en esta serie, la cual enseña la etapa más apasionante, la construcción del genio, donde una pizca de ese ansiado “por qué” se vislumbra, aunque no se desarrolla del todo. En esa batalla entre los dos para captar nuestra atención, el montaje a veces desestructurado remata a favor de la versión joven, con escenas más largas en contraposición a las breves y concisas pero de poca importancia real de la versión adulta.

Indudable su calidad artística en el cuidado y su adecuado uso del vestuario de época en sus continuos saltos temporales y su banda sonora compuesta por dos grandes como Hans Zimmer y Lorne Balfe. Para resumirla, Genius: Picasso es como cualquier ignorante que entra a un museo y se encuentra con un cuadro. Llama su atención sus llamativos colores, sus provocativas figuras. Más allá de mirar su composición, no es capaz de adentrarse en su verdadero significado, que secretos esconde y cual es la verdadera intención del artista.


LO QUE MÁS ME GUSTA: Su emotiva escena final que nos evade del verdadero y un poco decepcionante resultado

LO QUE MENOS ME GUSTA: Su enorme talento por perder el tiempo 

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