16 Jan
16Jan

Mi  relación con el director mexicano Guillermo del Toro ha sido más negativa que positiva. Nadie es capaz de negar  que su talento está fuera de toda duda.  Pocos tienen esa visionaria cabeza de crear mundos  imaginarios de la nada, con la siempre participación de su obsesión; sus monstruos. Por eso mi opinión sobre sus películas han tirado por mi peculiar subjetividad, algo que debo intentar mejorar y se me va de las manos. Objetivamente él es un genio, si hablamos de mi gusto por sus films la cosa cambia. Su mezcla de fantasía y realismo nunca ha terminado de agradarme, ni de emocionarme. Las películas fantasiosas están hechas para atraparme, a mundos desconocidos y fascinantes de los que, hasta morirme, una parte de ti quedará atrapada en ellos. Utiliza un tono de adultez, con uso de la violencia si hace falta. Y eso es una característica muy diferente que me choca.


Salvando su comercial “Hellboy”, sus obras me han dejado con un sabor amargo que no me he podido quitar, como las alabadas “El Laberinto del Fauno” y “El Espinazo del Diablo”. Guillermo lo lleva intentando muchos años con el fin de agradarme alguna mísera vez. Tuvo que llegar el año el cual, muy posiblemente, se vaya a llevar el premio de la Academia a mejor director, rematando una era dorada en el cine mexicano.  Y tengo y debo decirlo porque si no lo digo, no moriré en paz. Porque señores, merecidamente, debe ganarlo.



La dirección de Del Toro en todas sus películas es sublime, dejando planos memorables dignos de poner en museos. Otra cosa es que la película en su conjunto me satisfaciera. En este caso su resultado es increíble. Es la película más gratificante de todas las nominadas, que cumple con todos los detalles para ser la GRAN GANADORA.

Su apartado técnico debe valerle para poder ganar a Diseño de producción. Está magníficamente bien ambientada. No hay ningún escenario o un mínimo objeto que no quede fuera de lugar.  Localizada en la Guerra Fría, en una fecha de conflicto donde Del Toro consigue con mucha elegancia mezclar su cóctel de géneros. Y como en cualquier film de él, su escenografía fantástica es inolvidable.

Pero me hacía falta más, el ingrediente principal que necesito encontrar en cualquier película: historia con premisa interesante; bien contada, haciéndome creer lo que veo en pantalla y que consiga atraparme y emocionarme. La Forma del Agua cuenta de forma tan brillante una historia tan vista anteriormente, que parece que nunca la hayamos llegado a ver: un cuento, una historia de amor. La belleza de sus planos, su poderosa banda sonora (con temas para la historia del cine) o la capacidad de sus protagonistas de transmitir sus más profundos sentimientos con simples miradas como Sally Hawkins (Elisa en la película) hacen que por primera vez en mi vida, me rinde a los pies de GUILLERMO DEL TORO. Que se escriba con mayúsculas, para que la gente se entere.

LO QUE MAS ME GUSTA: La banda sonora de Alexandre Desplat

LO QUE MENOS ME GUSTA: Tiene un par de tonterias al final que hacen del guión imperfecto

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