18 Dec
18Dec

La espera ha terminado. Cuando eres fan de algo de una manera tan alocada, tus expectativas para la creación de una nueva parte, en este caso una serie, son demasiado altas. Altas que llegan a decepcionar y convertirse en algo peor para tu opinión subjetiva de lo que realmente es.  Así somos, los seres humanos no podemos contra la fuerza sobrenatural del hype.


La maravilla creada por los hermanos Duffer hace más de un año, creó una comunidad de fans demasiado extensa para muchos, los que la consideran una obra sobrevalorada. Sus componentes son ingredientes de triunfo y así se ha visto ante la llegada de la nueva temporada. Con más misterios, personajes nuevos en cada una de las franjas de edades y con mismo toque ochentero.

Estás en esa situación, en tu butaca cuando ves una película de superhéroes esperada o en el salón de tu casa, esperando la hora para el estreno de nuevos capítulos de tu serie favorita. Sin quererlo, el pesimismo es capaz de poseerte y transformar las esperanzas en malos presentimientos. Algo no va a ir bien, si ya la primera es casi perfecta la segunda por regla general empeorará.

Nervioso y negativo, hasta que escuchas esa música. La banda sonora de esa intro que es capaz de ponerte los pelos como escarpios y repetir el ritmo con la yema de tus dedos. Entonces, el pesimismo es eliminado automáticamente, y la magia empieza. Ya no es que pienses que vaya o mejor o peor. Solo piensas en disfrutar y llorar junto a tus personajes favoritos.

Este es, señores, el caso de las grandes series como STRANGER THINGS. Desbordante de sentimientos de odio, culpa, amargura. Como de todo lo contrario: alegría, amor. Esas sensaciones que son trasmitidas por el talento de esos actores, que ya se han convertido en la imagen de esos personajes.


Complicado ponerse en el modo objetivo y ponerse a criticar algo dejando de lado tu fanatismo freek. Pero no hace falta ser estúpido y adorar obras cinematográficas que son verdaderamente malas. Stranger Things es digna de adorar. Netflix han encontrado en ella su mina de oro en recaudación y de prestigio en premios. Esta serie es y será el emblema para muchas personas y actores implicados en la creación de esta serie.


La creación de un universo fascinante, llena de imaginación. Colores llamativos y un diseño que te entra por el nervio óptico. Caracteres que ya son una referencia en el mundo de las series, por la escritura y la interpretación. Cuando ya la primera temporada era complicada de mejorar, los hermanos Duffer se curran de verdad en la obsesión por contentar a esos locos fans que piden su comida de manera insaciada. Es puro cine, son dos palabras que a día de hoy eran casi imposibles de ver, hasta hoy.

Comentando sin entrar en mayor detalle, las nuevas caras y lo que vemos en la segunda temporada:


El reparto antiguo se mantiene sin bajar los brazos. El carisma de los niños, adolescentes y adultos no se queda ahí, sino que aumenta más al verles en situaciones de riesgo. Llegas al punto de preocuparte realmente por ellos, preguntarte por sus traumas y descubrir los motivos de tomar determinadas acciones. Sumando a las nuevas incorporaciones, todas acertadas aunque sin modificar demasiado el argumento. Se adentran en esa trama apasionante sin tampoco cambiarla. No son determinantes, aunque se ganan el odio y el cariño respectivamente al momento (es toda una alegría ver a Sean Astin de nuevo en pantalla y que siga callendo tan bien).


Tiene una mejor estructura en la historia. El guión ha sido mejor tratado y esos agujeros efímeros que llegábamos a ver en la primer temporada son más imperceptibles. Está mejor contada, con un montaje eficaz que ayuda mejor en la narración.


Sería interesante meterse más de lleno en el comentario de escenas, pero la política de la página no lo permite. Solo puedo decir una cosa: no voy a decir que temporada es mejor. Solo sé que he visto lo que esperaba en un principio. No me ha defraudado en ningún momento y ha conseguido darme cosas que han llegado a superar mis expectativas. Un fanático como yo no puede decir más. Se queda callado y sonríe, esperando.

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