BLADE RUNNER: Lágrimas en la lluvia

Existen pocos clásicos que hayan dejado su huella en algún género en específico. “El Padrino”, la trilogía de Francis Ford Coppola, marcó un antés y un después en el siempre genial cine noir o llamadas películas de mafias. Otras mas recientes para el público moderno como la trilogía basada en el personaje de Batman dirigidas por Christopher Nolan, reinventaron una forma de llevar a cabo películas comerciales como las de superhéroes. Después se encuentra en una zona, solo reservada para ella, la obra magna creada por Ridley Scott hace ya varias décadas y que ha conseguido, no solo convertirse en un espejo el cual muchas obras posteriores copiaron una fórmula de invención, sino en proponer un sub-género de la nada, el llamado cyber-punk. Por poner un ejemplo como Ghost in the Shell, a pesar de tener una esencia, no dista mucho de ser una fuerte admiradora de la película ochentera, copiando esos diseños futuristas tan impresionantes y ese toque neo-noir que a todos nos cautivó la primera vez que la vimos.

Es curioso que en su momento de estreno en las carteleras, fuera un fracaso en taquilla. Ya que muchas personas al ver las primeras imágenes de la misma sospecharan de otra película policiaca de acción, como del montón. Pero nadie estaba preparado en ver eso, lo que se transformaría en una obra de culto. Era mucha complicada de lo que cabía esperar. Una historia con capas de profundidad, que hablaban del existencialismo y del creacionismo, abordando en los sentimientos internos, los que nos hace humanos. La acción iba en un segundo plano, preocupándose más en contar. Ese aspecto debilitó en parte en el ritmo de la película, sintiéndose lenta en partes cuando todo se paraba, pero para nada en gran nota.

Todos los elementos que lo componen aumentan dentro de lo que cabe el resultado final. Las actuaciones que casi nos ponen la piel de gallina, con esos monólogos para la historia (vosotros recordáreis), los efectos especiales revolucionarios y que hoy en día siguen dejándonos con la boca abierta.

Es alucinante, lo seguiremos diciendo año tras año, década tras década. Porque estas películas nunca mueren, descansan en un Olimpo reservado para leyendas.

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