EL TERCER HOMBRE: el guión perfecto



El cine es el arte de contar historias con imágenes. Cualquier mínimamente sabido te entregará esa premisa si le pides explicación de lo que es el cine y tiene pereza de contarte más que eso. Pero, aunque simple, puede decirse que es la definición más exacta (aunque habría que sumarle el sonido, pero se sobreentiende) ¿O no son acaso las que consideramos obras maestras aquellas capaces de dar entero alcance a los dos conceptos unidos en la frase? Historias e imágenes en armonía y plenitud. The Third Man es una de esas bestialidades hechas película.



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Empecemos por lo más básico: la historia. Holly Martins (increíble Joseph Cotten) es un escritor de westerns un tanto fracasado que, tras la Segunda Guerra Mundial, viaja a Viena a reunirse con su amigo de la infancia, Harry Lime (evidentemente increíble Orson Welles), quien se encargará de darle trabajo y albergarlo durante su estadía. Nuestra primera sorpresa llega cuando nos enteramos que el tal Harry Lime está muerto y que su entierro será pronto, después llegan tumultos de información hasta el momento escondida de la que nos enteramos junto al personaje, ayudando a identificarnos con él. El otro elemento que nos ayuda en ésto es el que el personaje se niegue a creer lo que dicen sin que podamos ver otra perspectiva que corrobore una u otra cosa.


La historia continúa siguiendo a Martins, quien va conociendo otros aparentemente simpáticos personajes; "aparentemente" porque ni él ni nosotros nos fiamos mucho de las verdaderas intenciones de éstos, las cuales pueden ser simplemente honorables o muy turbias. Martins para este punto ya se dio cuenta, a través de terribles mentirosos, que la muerte de su amigo fue algo provocado, y él está dispuesto a desenmascarar a los responsables. Aquí empieza lo más interesante, y son las motivaciones del protagonista, que hasta ahora se basan en desmentir las barbaridades que dicen de su amigo y descubrir quienes lo asesinaron para que se haga justicia sobre sus cabezas. Guárdense esto.



Avanza la trama y la investigación de Martins está a punto de matarlo, murió un testigo y probablemente siga él, a quien, por cierto, inculparon de esta muerte. Sin embargo, ocurre un hecho clave para la historia a partir del cual todo cambiará para el héroe, en una esquina, agazapado en la oscuridad para que nadie pueda verlo, aparece junto a la luz de una farola, el mismísimo Harry Lime. Entonces Martins va y lo cuenta a la policía, quienes después de una investigación le creen, no sin antes entregarle evidencia de lo malnacido que era Harry Lime. En este punto nos enteramos de otra cosa que cambiará por completo tanto nuestra perspectiva como la del protagonista: Lime vendía penicilina de forma ilegal y a un precio elevadísimo, pero eso no es lo peor, sino que ese producto tan costoso ha provocado cantidades de muertes y discapacidades tanto en adultos como en niños. 



Harry Lime, el objetivo inicial del protagonista, la razón por la que habíamos decidido seguirlo, era ahora un ser despreciable, alguien a quien no queremos ver ni en pintura a menos que sea una de él quemándose en el más profundo círculo del Infierno; esto deja una marca tanto en nosotros como en Holly Martins, quien ahora está desesperado sin saber qué pensar. Hemos dado media vuelta y sin darnos cuenta nuestra meta se convirtió en antagonista. Sin embargo, esto no es aún lo interesante.


Lo más interesante llega en como se manejan las líneas paralelas en la historia. Esa manera en como Martins en un principio arriesgaba su vida por desenmascarar al asesino de su amigo y es él quien termina asesinándolo. Como la película empieza y termina con el funeral de Harry Lime pero en ambas sentimos sensaciones completamente diferentes respecto a éste. Y eso no es todo, la película no es sólo sus brillantes personajes y su aún más brillante y elaborado guión, su manejo del blanco y negro que ayuda a denotar lo grisáceos que serán los valores de esta obra, su excelente puesta en cámara, su diseño de producción; todo se junta para hacer una indiscutible obra maestra.



Me gustaría terminar la crítica con el aporte de Orson Welles a la obra, que resultó en la mejor frase del filme:

                  "En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras y 

                      matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En 

                          Suiza, por el contrario, tuvieron 500 años de amor, democracia y paz ¿Y qué     

                                    produjeron? El reloj cucú".








LO QUE MÁS ME GUSTA: la evolución del protagonista

LO QUE MENOS ME GUSTA: no se me ocurre algo




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