LA MUERTE CANSADA: tres relatos de amor y muerte




Antes de ser el responsable de obras maestras como Metrópolis, M, El Vampiro De Düsseldorf o El Ministerio Del Miedo, Fritz Lang fue un novato como cualquier otro, que estuvo a cargo de películas tan olvidables como abundantes de huecos argumentales del tipo de Harakiri o La Imagen Errante (aún con lo anterior, resultan interesantes de ver). No fue hasta el 6 de octubre de 1921 cuando el hoy conocido como genio lanzó su primer gran obra: Der Müde Tod, la película gracias a la cual Luis Buñuel decidió hacer cine.


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La historia va de una joven cuyo novio tiene un repentino cruce con La Muerte (interpretado magistralmente por Bernhard Goetzke), cruce que, claramente, ella considera injusto; por lo que va a hacerle al frío personaje una visita al más allá, para suplicar por la vida de su prematuramente fallecida pareja. A pesar de esto, La Muerte se niega tratando de explicarle que su petición es imposible de complacer, que si la vela perteneciente a la persona se apaga no hay modo de hacer algo al respecto; como ejemplo de ello presenta una de las imágenes más atronadoras del cine de Lang: una mujer llorando desesperada mientras en los brazos del señor de las tinieblas aparece un bebé. Fin.



En este punto de la historia se nos presentan ya dos de los principios de la película:

  • La muerte es para todos, ni un joven saludable y enamorado, ni un bebé en brazos de su madre, pueden escapar cuando se llega a la recta final.
  • La Muerte está hastiada de su trabajo, no soporta ser el responsable del sufrimiento de los vivos, no obstante es esa su responsabilidad y así será hasta el fin de los tiempos.


Aquí es cuando La Muerte le ofrece un trato a la novia, cuyo correcto cumplimiento le llevará a la resurrección de su amado: hay tres velas a punto de extinguirse en tres lugares diferentes del mundo, si ella logra evitar una de esas muertes, será solventada con la vida de su novio; y aunque a veces parezca que lo va a lograr, no ocurre; eludió aquella forma en que estaban destinados a morir, pero se les propició una diferente, tal vez peor. A través de esto podemos contemplar otros principios:


  • La muerte es inevitable y nadie, mucho menos un humano, puede cambiar eso.
  • No sólo llega a personas de todas las edades, sino de cada rincón del mundo, sin depender de la clase social o la reputación que gire en torno suyo.
  • A pesar de que es La Muerte el encargado de arrastrar a los hombres al entierro, son ellos mismos los salvajes que le obligan a llevar esa carga.
  • Los humanos no sabemos nada, es por eso que creemos que podemos evitar a un ser tan omnipotente.




Si nos centramos en lo técnico la película tiene un apartado visual insólitamente bello con un manejo de la iluminación que nos transporta a ese misterioso mundo que es la nada; también un muy buen diseño de producción, que con poco presupuesto logró escenarios muy reales. Pero lo importante del octavo film de Lang es su capacidad narrativa, la forma en como habla del destino, lo efímero de la vida, la desolación, la traición, el salvajismo, el rechazo, la inevitabilidad del final, entre muchos otros temas delicados y profundos valiéndose nada más de una simple fábula. Cine y literatura en su máxima expresión.





LO QUE MÁS ME GUSTA: el valor poético del film

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